¡Regresan nuestros deliciosos desayunos a Chapulín!

Los desayunos de Chapulín están de regreso y estamos ansiosos de tenerte de vuelta. Hoy nuestra intención es abrirte el apetito con uno de tus favoritos: los chilaquiles.
Ya sea fritos, tostados o suaves, los chilaquiles nos permiten darle vuelo a la imaginación y crear nuestra propia versión de ellos. Aunque es común encontrarlos en nuestra mesa como uno de los platillos favoritos a la hora del desayuno y su preparación resulta bastante sencilla, su origen es poco conocido.
La historia de los chilaquiles
De acuerdo con el sacerdote y antiguo interprete de la lengua náhuatl, Ángel María Garibay (1892-1967), la palabra chilaquil proviene del náhuatl chilaquilli, compuesta por chili (chile) y aquilli (dentro o metido en). Por lo que se cree que hace referencia a un alimento que se sumergió en chile.
Se desconoce si los chilaquiles tuvieron alguna receta original, aunque se sabe que el maíz y el chile eran alimentos indispensables en la dieta de la prehispánica. Queda claro es que los demás ingredientes como cebolla, queso y crema, fueron introducidos con el paso del tiempo.
De lo que sí existe registro es de una salsa de chile hecha en 1517 por Fray Alonso de Molina, un evangelizador español que llegó a la Nueva España durante su niñez y aprendió náhuatl. En su libro Vocabulario en Lengua Castellana y Mexicana, el franciscano registró la palabra chimulli, que era la salsa o potaje de chile.
La hipótesis más aceptada de la época es que los antiguos mexicas buscaban hacer uso de las tortillas de maíz endurecidas, remojándolas en salsa para ablandarlas y darles sabor, algo que aún se realiza hoy en día.
En Chapulín hemos creado nuestra propia receta, que resalta los ingredientes tradicionales con una atención especial en los productos y las técnicas gastronómicas contemporáneas. Esta receta está compuesta esencialmente de salsa verde de la casa y lechón cocinado durante 8 horas para darle una textura deliciosamente suave.
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